Una veleta compuesta, preciosa, me sorprendió en alguna calle de Lican Ray, por suerte con la cámara en la mano. La hice hace varios años, no recuerdo a sus dueños…. Pero ahi esta, en el lugar perfecto. Me encanta.
Las veletas, más que indicar la dirección del viento , la verdad es que nos hablan de quien mora en el lugar donde se encuentre una, a estas alturas de la vida ya no hay viento alguno que nos sorprenda, las veletas hace rato dejaron de ser lo que fueron, hoy se yerguen como una manifestación de quien a decidido instalar la propia, es la bandera a tope de mástil del mundo que nos construimos para transitar en el periplo de la vida.
JUGUETE DE VIENTO
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De mi memoria.
Las Veletas…, si! yo las hago y desde hace mucho tiempo, primero las fotografié como el elemento escénico de la ciudad que me acogía y en la cual abundaban, por algún tiempo las olvidé pero más tarde (años) nuevamente se cruzaron en mi camino, tal y cual.... tropecé con una de ellas o parte de una de ellas caminando por un campo, me costó reconocer que eran esos fierros viejos y torcidos. Gracias..., las necesitaba, fué la luz para una nueva oportunidad, entonces... comenzó todo.....
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Desde la “isla grande”, un viejo amigo. Gonzalo George
Algún día pasando por Pucón me alojaba en la casa de mi amigo Tomas...Otro día pregunte por el y un niño sentado en la vereda, mientras miraba una veleta me dijo que el caballero ya no vivía allí. Seguí mi camino mientras pensaba que en la ultima misión que me había dado la reina en Estambul, al pie de unos sicomoros que algunos aldeanos decían que habían cobijado bajo su sombra a los mejores emires y reyes y me fije en que ya nada me pertenecía en este mundo, sino nada mas los recuerdos y una vieja estatuilla de bronce que reflejaba, al colocarla contra el sol, la media luna islámica: De allí ahora, la estatuilla es la veleta de mi vida que cobija el pasado y he de deambular con ella en busca de los fragmentos a hurtadillas en que se han transformado viejas imágenes del Temuco bajo la lluvia y el paso rápido por la calle hacia la Universidad. Estoy viejo le dije al Primer Ministro-cuando me encargo la misión-a lo cual el con voz que debió haber resonado en sus tiempos de oficial en el África Oriental me dijo sin mayores preámbulos: la reina lo necesita en esta misión. Allí entendí. Lo entendí todo. Cada uno tiene un destino con el que finalmente se encuentra y se va cerrando el circulo... y allí entendí lo de la veleta en el techo de Pucón y la mirada del niño que daba cuenta de los que se van a buscar su destino... Escrito al pie de un sicómoro (Estambul, 1843)